“Mañegos golosos…”
Así llaman en los pueblos de la Sierra de Gata a los vecinos de San Martín de Trevejo, y no sólo por su afición a los dulces, lo cual es cierto; sino también por la tradición y fama que desde siempre ha tenido esta villa por la elaboración de dulces. Son muchas las clases de dulces que se hacen en esta localidad, pero para conocimiento de los lectores se citan los siguientes: «roscas escaldās», «roscas de gema», «tarabitas», «calapuchus», «galhetas de nata», «rizus», «pastas de manteca», «cañas rellenas», «arrepelaus», «caramelos caşcirus», «turrón de almendras», «bolhuelas da cucharâ», «queiju de almendras», etc. Pero de todos los dulces mañegos, «os biscochus» son los más famosos.
La alimentación de los pueblos estuvo ligada básicamente a las producciones propias, que en determinadas fiestas y acontecimientos familiares o sociales se enriquecía con otros elementos. La Sierra de Gata no es ajena a esta regla. Así, el aceite de oliva de extraordinaria calidad y con Denominación de Origen Protegida «Gata-Hurdes», el vino, la miel, el cabrito, el queso de cabra, los productos del cerdo de la matanza familiar, las castañas, las verduras cultivadas en las propias huertas, han sido y siguen siendo elementos fundamentales y nobles de la gastronomía serragatina.
Y como la bondad del plato dimana básicamente de la bondad y calidad de los productos con los que se elabora, bien puede hablarse en los pueblos de Sierra de Gata de una cocina sin trampa ni cartón. Luego, llegada la ocasión, se enriquecerá el yantar con las posibilidades que brindan las frutas autóctonas, las abundantes setas de temporada o los ‘dulces de sartén’, que aportan la sorpresa.