Vino y aguardiente

A vindima manhega
Eitar a vindimar, antiguamente, era un asunto muy serio y de gran trascendencia en la vida local; todos los vecinos tenían que respetar la fecha acordada para empezar la vendimia у realizarla en los plazos establecidos, ya que en caso contrario el infractor podía ser castigado con fuertes multas y con obligarle a retrasar la recogida del fruto de su viña.

Decidir la fecha del inicio de la vendimia era un asunto de capital importancia en San Martín de Trevejo, debido a que unos propietarios, según el terreno, tenían las uvas más maduras que otros; por ello dicho acuerdo era motivo de encendidas discusiones y riñas entre los vecinos. En la actualidad, cada propietario de una viña, vendimia cuando lo considera más conveniente, bien por creer que el fruto ya está maduro o por temor a un temporal de lluvias que le pierda la cosecha. Aunque lo más corriente es que en San Martín se vendimie por San Miguel.

En esta época del año, aunque la vendimia ya no tiene la importancia económica que tuvo en el pasado, en todo el pueblo hay una actividad febril y la mayoría de las conversaciones giran en torno a ella: «Aiel vindimo o tíu Paulu a vinha da Cachina», «Ei tenlu esti anu um-a boa pichorrita», «O genru da Julianinha ha tíu um mostu com catorzi graus», …

En esta tarea se ayudan unas familias a otras y los vecinos de una misma calle entre sí. Es costumbre que a mairi o as filhas (la madre o las hijas) lleven a almoza (el almuerzo) a los vindimiadores, guardando en la casa los mejores embutidos de la matanza para estos días. Antiguamente la comida típica durante la vendimia, según dice López Vidal en su «Cuadro de costumbres», era la siguiente: «Salieron todos de madrugada, después de haber echado un trago de gloria o ‘churupela’ y comido una rebanada de molleta, a vendimiar: a las ocho de la mañana les llevaban de almorzar migas de ‘burzigâ, chanfaina, pan y vino en abundancia. Por la tarde regresaban con el sol para ayudar en las bodegas (…) y luego todos: amos, criados, obreros y obreras se sentaban a cenar guisado de cabra con vino abundante, comiendo todos del mismo plato». (Revista de Extremadura, 1910).

En la viña los racimos son cortados con «curvilhas» y «navalhas», siendo depositados en «banastras». Eran transportadas a lomos de caballerías por «caminhus» y «caleijas» hasta «a boiga da casa do lugar» (la bodega de la casa del pueblo). Las típicas «caleijas» y «caminhus», que como una tupida red vial recorren todo el territorio mañego, debido a su estrechura y tener paredones de piedra en ambos lados, impiden el paso de dos caballerías a la vez. Por ello, cada cierta distancia, los caminos tienen un ensanchamiento que, a modo de descansillo, permite que una caballería espere el paso a la otra. Se cuenta que antiguamente como durante la vendimia había mucho tráfico de caballerías acarreando la uva, los que se dirigían con carga iban tocando un «cornu» (cuerno) o un «chucalhu» (cencerro) para avisar a los que regresaban sin carga, esperando los últimos en los citados descansillos.

Y una vez cogido y acarreado el fruto, se fai a pichorra, es decir, elaborar el vino.

Dicha tarea se realiza en la bodega familiar que generalmente ocupa la planta baja de la vivienda, de acuerdo con el siguiente proceso:

1.- Pișar a uva no lagar da boiga de adentru (pisar la uva en el lagar de la bodega de adentro). Normalmente, la planta baja o bodega de la casa mañega se divide en dos partes: a boiga de afora que es la cuadra o establo, y a boiga de adentru que es la bodega propiamente dicha, donde se almacenan los garrafones, las tinajas y está el lagar donde se pisan las uvas.

2.- Chear as tinailhas (llenar las tinajas). Al pisar las uvas el mosto se va almacenando en una especie de pocito o depósito abierto en el piso del lagar, y de aquí con cubos u otras vasijas es trasegado a las tinajas donde va a cocer y transformarse en vino.

3.- Prensar o bagazu pa sacar o vinhu do pé (prensar el hollejo de los racimos de uva para sacar el vino del pie). Una vez pisada toda la cosecha de uva, el hollejo se pasa por una prensa para estrujar aún más el fruto y obtener el máximo mosto posible. El mosto que se saca de la prensa se echa en tinajas distintas del que se obtuvo al pisar las uvas con el fin de que se haga O vinhu do pé. Muchas familias disponen de una pequeña prensa, y quienes no la tienen recurren a Sisu que tiene dos que no paran de prensar durante la vendimia. Sisu cobra um cántaru de mostu polo pé, un cántaro de mosto por cada prensada de bagazo.

4.- Mir os graus do mostu i esbagar o bagazu. Medir la densidad del mosto y cribar en una «esbagueira» el orujo u hollejo para separar los «enganzus» (esqueleto del racimo) que se darán de comida al ganado y el «bagazu» que se guardará en recipientes herméticos para que no se «mofe» y luego más adelante fer a aguardenti (elaborar el aguardiente).

A aguardenti manhega
También es importante la tradición de esta villa en la elaboración de aguardientes.

Aún en la actualidad muchos mañegos disponen de pequeños alambiques para destilar el bagazu de la vendimia, que es el hollejo que queda después de pisar la uva; y quienes no tienen este aparato de destilación recurren a otros, que por el servicio prestado reciben como pago una parte de la cantidad destilada o dinero.

El aguardiente se puede obtener de todo tipo de frutas: cereza, higo, pera, madroño, etc; aunque en San Martín de Trevejo se ha obtenido, y obtiene, preferentemente de la destilación del bagazu de uva.

El proceso de elaboración del aguardiente, explicado escuetamente, es el siguiente:
El bagazu se coloca en la caldera del alambique junto con agua en proporción de ocho a uno. Se aplica fuego lento a la caldera. En el interior de la caldera, debido al calor, se produce vapor, éste asciende hasta la cabeza del alambique donde hay agua fría que hace que el vapor se condense, obteniéndose el líquido que es el aguardiente y que va cayendo en forma de gotitas por el tubo que hay en la cabeza del alambique. Cuanto menor es el tamaño de las gotitas, mejor es la calidad del aguardiente.

Antiguamente se consumía mucho; se tomaba por las mañanas, al levantarse, acompañado de un dulce. Incluso en la actualidad, existe la costumbre de tomar aguardiente mezclado con leche caliente y una cucharada de miel para combatir el catarro. También suele tomarse después de las comidas, con el café de sobremesa. Los mañegos dicen que el aguardiente es muy bueno para la digestión, tomado en pequeñas cantidades después de las comidas; igualmente, suelen utilizarlo como ingrediente en repostería.

Vino y Aguardiente

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